DISCURSO DE GRADUACIÓN 2º BACHILLERATO

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¿Eres quién querías ser?

¿Habrás conseguido tus sueños, ilusiones? ¿Superaste tus miedos?

¿Qué será de ti?

Habrán pasado los años, y puede que ya no recuerdes este momento. 26 de mayo, fecha marcada en el calendario de nuestra vida. Y es que hoy termina lo que empezó como un juego en ese campo de tierra, del cual guardamos recuerdos de rodillas raspadas y talegas manchadas, aunque con la misma ilusión con la que recibíamos la brisa de verano, la misma que nos recordaba a esas mañanas de sol y amigos, propias de las fiestas del agua.

Pero poco es comparable a esas sensaciones de grandeza, de las que hoy nos sentimos muy pequeños, que acogíamos cuando nos decían que pasábamos a una nueva etapa, aunque para nosotros era más un crecimiento. Un crecimiento de ilusión para poder llevar por fin, mochilas de carrito.

Crecimos, jugamos, nos educamos, aunque algunos más que otros. Estudiábamos, o bueno, eso creíamos.

Aunque aquí, en Gamarra, aprendimos que mayo es el mes de María llevándole flores a nuestra patrona, quien nos diría que mayo sería tan bonito ahora…

Paso a paso, nos hemos ido acercando a este momento, viendo con ojos de admiración como los mayores se iban graduando y deseábamos llevar esos vestidos y trajes que se movían ante la mirada expectante de aquellos, que con la rosa en la mano sonreían recordando como lo haremos nosotros.

Nos preparábamos para separarnos de aquellos que siempre nos habían acompañado, y, tras aquel verano, nos reencontramos en el mismo sitio en el que hoy estamos, con los mismos nervios pero distintos sentimientos.

4 años ha durado esta trayectoria, la cual comenzábamos con un pequeño paso que se nos hacía inmenso. Bajo la mirada de los veteranos, recorríamos aquella cuesta que terminaba en ese gran árbol que ha representado tanto para nosotros.

Todo no ha sido campo llano y no, no nos referimos a las escaleras de 4º, ni tampoco a esa prueba del kilómetro de la que intentábamos escaquearnos, mientras Ugarte y Vicente nos esperaban cronómetro en mano y nos animaban a seguir, no solo corriendo, tal y como íbamos a las clases de Aurora, esperando que no fuera nuestra libreta la que pidiera. Aunque para hablar de libretas, las que no parábamos de llenar con Maribel Narbona, mientras ella daba clases, o lo intentaba si el ordenador se lo permitía. Y perdón por repetirnos pero es inevitable, porque no hay mujer con mayor inventiva para los refranes que ella, y entendimos que si tenías mala memoria debías tomar palillo de pasas o que no hay que ser un lince para saber que los martes, en Gamarra, son los días en el que las cosas pasan, mientras que los sábados, sabían a mercadillos solidarios y a días del deporte.

Sábados soleados, marcados por puestos de juegos y pintacaras; sentirte titánico al derribar aquellas pirámides de latas, pero ser de veras un titán con el simple hecho de ayudar con el euro que cuesta la entrada; entender que es compartir con tus amigos momentos irrepetibles, tras haberte bañado en las peleas de globos de agua, a pesar de que Vicente te intentara desarmar, y la música de un DJ como Javier Rueda no te pudiera hacer parar.

Y es que eso del deporte en Gamarra, no es una casualidad, sino que más bien es fruto del trabajo de algunas personas como José Antonio Gutiérrez, con un habla tan fina como finas fueron sus insaciables clases de historia; de historia y de la vida. Y del hombre que queda en la memoria de nuestros corazones, Juan Cano, quién seguramente esté observándonos atento desde arriba. Nos enseñó que irse no significa no quedarse, siempre que su fruto vea aliento de vida en nosotros. (Pausa).

Podría decirse que aquellos años pasaron como un torbellino de sentimientos y amigos que vinieron para quedarse y notamos hoy un sabor agridulce al saber que, de nuevo, hay caminos que se separan, aunque esto no signifique que los amigos lo hagan.

Nuestra adolescencia se ha visto marcada a fuego por miles de experiencias, todos hemos llorado y confiado en el hombro de aquella persona en la que piensas, y tal vez, recuerdes con ojos llorosos dentro de unos años aquel momento en el que supiste el verdadero significado de la palabra amistad, y es que esta recuerda al mar, hay subidas y bajadas y no siempre estará el agua clara pero siempre estará allí inmenso y en su plenitud, envolviéndonos.

No son pocas las veces que hemos querido ir despertando nuestro ser entero en sus aguas limpias porque sabemos que a hierbabuena, mirto y a caracola sabe el nombre de nuestra virgen María. La misma que cubrimos con manto y portamos al hombro orgullosos con lágrimas de emoción a lo largo de su Buen Camino que inunda a todo aquel que con su túnica oculta su identidad para servir al Señor, en ese Viernes de Dolores.

Son muchas las instantáneas que se nos vienen a la cabeza al hablar de la ESO, no solo deben inundarnos sentimientos de nostalgia sino también de alegría y risas como las que nos conteníamos al escuchar que José Antonio Villalba explicaría la lección en 5 minutos cuando en realidad acababas en 45, y porque en realidad para los humanistas las clases sin latín, y sin Mari Ángeles son como nuestras primeras traducciones, no tienen sentido.

Y entre Pinto y Valdemoro, acabamos de camino a Madrid poniéndole la guinda a los 4 años vividos. 6 horas de viaje que nos sirvieron para llenarnos de expectativas que explotaron nada más ver la primera cena que nos esperaba. Pasando por el Escorial hasta el Retiro llegamos a la selva de El Rey León, tan inolvidable como el fantasma que nos acompañó las últimas noches, puerta a puerta.

Y por fín, dimos el salto a la etapa más dura y crucial aprendiendo a luchar por aquello que queríamos sin aceptar un no por respuesta.

Con este, llegaron los primeros trimestrales, tan temidos casi como el pasaje del terror, en el que se demostró que Bachillerato une, siempre que todos sumemos.

Bachillerato en el que aprendimos que decidir es un derecho, aunque también un deber, y en el que la historia sin sustancia no es historia, y sino que se lo digan a Carlos Hernández y a su botellita a agua, que lo sabe MUY BIEN.

Este año, segundo de Bachiller es sinónimo de fuerza y de dar lo máximo, así que, debemos advertiros que si en algún momento veis a un corrillo con alguno de los nuestros, no dudéis que algo traman, algo que conseguirán indudablemente, y prueba de ello, es lo que más que un baile fue un auténtico espectáculo en el que al ritmo de Javi Ugarte, hicimos lo que mejor sabemos hacer, darlo todo.

Sentimos que la bondad puede personificarse, y que ser bella tanto por dentro como por fuera no es imposible como hemos podido comprobar a lo largo de estos dos años con Margarita.

Si hablamos de desastres, en el colegio tenemos uno, pero con un corazón que no le cabe en el pecho, madrina de llantos, agobios y gafas rotas, pero no te preocupes Ana, Bachillerato y Multiópticas, te quiere muchísmo.

Oímos tacones retumbando en nuestra cabeza y percibimos una energía desbordante al oír un ¡Hola Chicos! de ese torbellino como es Diana.

Tomamos nota de aquel “friki” de entregarse a sus alumnos, de los Chesquemas, y de su juventud; también algo de Biología, su pasión aunque no del todo la nuestra.

Inés, esa amante de la literatura, que aparte de contarnos los argumentos de todas las obras, y que todas tienen su folletín.

Apreciamos a Marina que, preocupada por nuestra salud, abría las ventanas cada vez que entraba a la clase, ¡por ventilar!

Sentimos que este discurso este quedando tan largo, pero con Ana Capablanca aprendimos que todo es importante, y mejor no quitar nada “por si cae”.

Y gracias a la persona que ha entregado su vida al colegio dejando frases como, “¿lo veis?, no lo veis, yo lo veo’’ siendo la última generación que ha pasado por sus manos. De verdad, gracias Rosa. Y esto, para ti como homenaje. (Aplausos grandes)

Málaga se nos quedó pequeña, y dimos un salto al centro de Europa aprendiendo que (nuestro muy favorito rey Carlos IV) y que el teatro negro, lo vimos negro, principalmente porque la mayoría se quedó dormido. En esta aventura nos acompañaron Pedro, Cynthia, y Vicente a quienes agradecemos todo menos la comida y pedimos perdón por las noches que tuvieron que soportar. Por cierto Alonso, ¿cómo va esa incontinencia?

Así, entre estos muros, hemos sentado las bases de lo que hoy en día somos y en un futuro seremos…

Levantaos bachillerato, mirad a vuestro alrededor, mirad cada detalle que no se volverá a repetir, recordad, cara a cara y cada momento vivido. Daros la vuelta, observar a quienes os han acompañado de verdad durante toda vuestra vida, vuestros padres, aquellos que han aguantado vuestras manías y vuestros peores momentos, incluso cuando no podíais aguantaros a vosotros mismos.

Sólo nos cabe decir una palabra; GRACIAS.

 

Jorge, Andrea, Esther, Isa, Alonso, Mariola.

Antonio Ortega y Noelia Conde.

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